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Cucuteños recibieron con alegría a su nuevo obispo

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Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid arribó a Cúcuta el 14 de agosto y fue recibido, en el aeropuerto Internacional Camilo Daza, por los grupos eclesiales, fieles laicos y sacerdotes de la Diócesis de Cúcuta, quienes lo esperaban con pancartas, mensajes de bienvenida, globos, banderas y papayera.

“Con mucha alegría llego a esta tierra donde el Señor me puso para ser evangelizador”, fueron las primeras palabras que monseñor Víctor Manuel brindó a los fieles de la Diócesis de Cúcuta, a su llegada a la ciudad como nuevo obispo de esta Iglesia particular.

Por otra parte, manifestó su deseo de trabajar de la mano de su presbiterio. “trabajar entre ustedes y con ustedes, que son Iglesia viva, en la que la semilla ha caído y fructificado. Necesito de todos y cada uno de ustedes», enfatizó el prelado.

Después de la bienvenida en el aeropuerto, el nuevo obispo de Cúcuta puso al pie del Maestro su ministerio en la visita que hizo al monasterio de las Clarisas. También se consagró a la Madre del Cielo brindando una ofrenda floral a Nuestra Señora de Chiquinquirá en la parroquia San Luis, ofreciendo su servicio pastoral y pidiendo su intersección, ayuda, guía y protección.

El prelado también se dirigió en su primer día a los medios de comunicación de la región a través de una rueda de prensa, donde hizo referencia a diferentes temas sociales de impacto en el departamento y a nivel nacional.

Monseñor Víctor Manuel recordó, al ser consultado por la región de El Catatumbo, que hay pobreza. “Campesinos que no tienen su situación de vida resuelta, hay campesinos que se han dedicado a sembrar coca porque es más rentable que sembrar maíz. Tenemos que ser solidarios y aprender a crear procesos serios, sociales para nuestra patria”, reiteró.

Refiriéndose a las minas antipersonal, Mons. Ochoa exhortó a trabajar mucho más para acabar el conflicto. “Tendremos que construir espacios, situaciones, hechos, realidades en las cuales realmente todos contribuyamos a fortalecer esa paz”, precisó.

Retomando las palabras de San Agustín el prelado recordó que tiene una responsabilidad grande. “El Señor me mandó cuando menos lo pensaba para estar con ustedes, para quererlos, amarlos, para ayudarlos, con tres cosas que debe hacer el obispo: santificar, regir y enseñar”, destacó el prelado.