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Comunidad Cenáculo se presenta en Cúcuta

En el Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta se dieron cita, el 10 de febrero, más de 30 familias interesadas conocer acerca de la Comunidad Cenáculo, una iniciativa naciente de la necesidad de brindar una mano amiga a aquellas personas que se encuentran sumidas en las adicciones.

 

El encuentro con las familias fue dirigido por María Rut Olaya, Psicóloga voluntaria de la comunidad. Ella explica que la asociación empieza a trabajar escuchando al adicto y a su la familia a través de los coloquios (reuniones). “Ahí entra la comunidad; la familia que asiste ya es parte de la Comunidad Cenáculo. Iniciamos dándole una voz de esperanza, de ayuda, dándole una herramienta a la familia de cómo actuar frente a su hijo”.

A través de esta reunión se buscó dar un primer paso para establecer la comunidad en Cúcuta, brindando inicialmente un acompañamiento cercano a las familias.

Dicha asociación fue fundada en Italia el 16 de julio de 1983 por sor Elvira Petrozzi, quien quiso dedicar su vida ayudar a los adictos y jóvenes en malos pasos. Amor, fraternidad, perdón y oración, son algunos de los aspectos que se trabajan en la comunidad durante el proceso que tiene el adicto, acompañado necesariamente de su familia.

Actualmente la Comunidad Cenáculo tiene sedes establecidas en diferentes partes del mundo como: Argentina, Perú, Brasil, en México, Estados Unidos, Italia, Francia, España, que suman 63 casas en total. Presta sus servicios gratuitamente.

Hablando de su experiencia, María Rut manifiesta que inició este camino ayudando a un joven quien logró salir de las adicciones y hoy es un claro ejemplo de superación colaborando para que otras personas se beneficien de una propuesta que ella llama diferente porque “allí está el amor de Dios”.

En el proceso de apertura de una casa Cenáculo, explica la psicóloga, se manda a un grupo de personas que ya están recuperadas en su estilo de vida, para dar los primeros pasos en creación. Una vez creado este centro se acoge a los adictos y les enseñan la carpintería, panadería, quesería. “Ellos se autoabastecen, construyen la casa, ellos trabajan para mejorar la casa. Todo ese es el trabajo que se hace ahí y hay un padre que dona su tiempo para hacer la misa y confesar, pero también desde Italia están pendientes”.

Se espera consolidar una iniciativa que traerá muchos beneficios a familias necesitadas en la ciudad.