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24 de mayo, Fiesta de María Auxiliadora

Según la tradición, esta celebración se inspira en el modelo pedagógico de San Juan Bosco, y se celebra el 24 de mayo.

“Entre los varios propósito, la celebración de María Auxiliadora, pretende fomentar el sentido religioso propio de todo creyente; además rendir homenaje a la mediadora de la encarnación de Jesucristo, y, de otra parte, exaltar la figura femenina en el papel del cambio social!”, recuerda el portal web educolombia.org.

 

Por su parte, el portal católico aciprensa precisa que: “históricamente, la difusión del título de María “Auxilio de los Cristianos”, comenzó alrededor de 1558, cuando esta invocación era mencionada en las letanías que se recitaban en el santuario de Loreto (Italia).

Sin embargo, son tres fechas las que marcan la divulgación universal de la devoción a la Santísima Virgen bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos, siendo la primera de esta el 7 de octubre de 1571, día de la batalla de Lepanto.

En esa ocasión, la flota cristiana venció a los turcos con el Auxilio de María. Tras la victoria, se propagó la invocación de “María, auxilio de los Cristianos”, de boca de los soldados sobrevivientes de Lepanto, difundiéndose por toda Europa.

La segunda fecha importante es el 12 de setiembre de 1683, cuando el rey de Polonia, Juan Sobieski, a pesar de contar con un ejército inferior en fuerzas, pero encomendándose a la ayuda de María Auxiliadora, venció al ejército ruso.

Finalmente el 24 de mayo de 1814, el Papa Pío VII, liberado de la prisión napoleónica por la intervención de la Virgen María, entró triunfante en Roma. Algunos meses más tarde, instituyó la fiesta de “María Auxiliadora”.

Oremos a nuestra Madre del cielo, bajo la advocación de María Auxiliadora.

Madre amable de mi vida auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus divinas manos. Dios te salve María…

Tú que sabes mis congojas, pues todas te las confío, da la paz a los turbados y alivia el corazón mío. Dios te salve María…

Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, pues eres madre de Dios y auxilio de los cristianos. Dios te salve María…

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección haya sido abandonado; animado con esta confianza, me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!, no desoigas mis súplicas; escúchalas y acógelas benignamente, ¡oh clemente, oh dulce Virgen María! (Pedir la gracia que se desea y rezar una Salve)