Iglesia Católica de Cúcuta continúa ayudando a los deportados y migrantes forzados de Venezuela
117 días cumple el cierre de la frontera colombo venezolana, este 14 de diciembre, medida que afectó a miles de familias colombianas, residentes en el vecino país, cuyas personas fueron deportadas o tuvieron que salir de Venezuela, tras la declaratoria del Estado de Excepción el pasado 21 de agosto.
Desde el comienzo del éxodo masivo de connacionales, que desató una crisis social y humanitaria, la Diócesis de Cúcuta, con su obispo Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid, sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos (as), agentes pastorales y personas de buena voluntad ha acompañado a estas familias espiritual y humanitariamente.Estuvo presente en los alojamientos, hasta el cierre del último (albergue de Interferias), el 8 de noviembre. Tras el cierre, esta Diócesis ha continuado acompañando a estas personas, a través de la Pastoral Social diocesana y el Centro de Migraciones.
A corte 12 de diciembre de 2015 ha entregado: 2.536 Mercados (50.720 kg); 3.712 Kits de aseo personal (7.424 kg); 1.040 elementos de aseo; 312 kits de limpieza para el hogar; 118 Jabones en barra; 113 Jabones en polvo; 2651 elementos para la noche (1104 kit de noche, 372 Colchoneta, 20 Cama Tubular, 84 Juego de sabanas, 64 Almohadas, 240 Edredones,266 toallas baño, 501 cobijas); 2491 utensilios de cocina; 3524 implementos para bebe; 560 kits escolares; 113.892 raciones preparadas (hasta el 22 de Noviembre); 32.300 litros de leche; 7.607 kg de alimentos perecederos, 6.927 kg de alimentos no perecederos; 2.402 litros de jugo; 24.257 unidades de ropa; 3.900 horas de voluntariado; acompañamiento pastoral, espiritual, psicosocial y jurídico. Adicionalmente, dispuso los frutos de la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes 2015, los cuales fueron orientados a la atención de esta compleja situación, especialmente los niños y los jóvenes.
La Diócesis de Cúcuta agradece la solidaridad de las distintas Diócesis de Colombia, de la comunidad internacional, empresas e instituciones de la región y personas de buena voluntad, su solidaridad con nuestros hermanos deportados.
Conscientes que la Iglesia simplemente vive la caridad y hace lo que tiene que hacer en el nombre de Jesús, que es servir a los que sufren, anima a todos a orar y a ser solidarios.