Hoy, 22 de octubre, los católicos celebramos la fiesta del Beato Juan Pablo II, fecha en que inauguraba su pontificado para 1978. Un momento que engalanó la historia de la Iglesia y de la humanidad, con su célebre exhortación, que desde la Plaza de San Pedro dio la vuelta al mundo: «¡No tengan miedo! ¡Abran – aún más – abran de par en par las puertas a Cristo!».
El Papa Karol Josef Wojtyla fue beatificado el 1 de mayo de 2011 por el Papa emérito Benedicto XVI y será canonizado junto a Juan XXIII, el 27 de abril de 2014 por el Santo Padre Francisco.
El 22 de octubre de 1978 es la fecha en que el Papa polaco dio comienzo a su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Es el día en que, como nuevo Obispo de Roma, pronunció su célebre exhortación a no tener miedo de acoger a Cristo y de aceptar su dulce potestad, «potestad que no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la verdad». Lo hizo después de rogar la ayuda del Señor, con el anhelo de ser siervo de sus siervos. Y la ayuda del Pueblo de Dios al Papa y a los servidores de Cristo para servir al hombre y a toda la humanidad:
«El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede de Roma eleva hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.
¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!
¡Ayuden al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!
¡No tengan miedo! ¡Abran – aún más – abran de par en par las puertas a Cristo!
Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengan miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!
Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitan, pues, — se lo ruego, lo imploro con humildad y con confianza— permitan que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!»
Y ese día pidió que se rezara por su ministerio petrino, al servicio de la Iglesia y de la humanidad. Lo hizo en varios idiomas, también en español, destacando el gran número de fieles de habla hispana en el mundo e invitando a cultivar la entrañable devoción a la Madre de Dios y Madre nuestra:
«Mi pensamiento se dirige ahora hacia el mundo de lengua española, una porción tan considerable de la Iglesia de Cristo.
A vosotros, hermanos e hijos queridos, llegue en este momento solemne el afectuoso saludo del nuevo Papa.
Unidos por los vínculos de una común fe católica, sed fieles a vuestra tradición cristiana, hecha vida en un clima cada vez más justo y solidario, mantened vuestra conocida cercanía al Vicario de Cristo y cultivad intensamente la devoción a nuestra Madre, María Santísima».
«¡Que el Señor esté con todos con su gracia y su misericordioso amor hacia la humanidad!» Juan Pablo II culminaba su primera homilía como Sucesor de Pedro dirigiéndose a todos los hombres y reiterando su exhortación a rezar por el Papa: «Y me dirijo una vez más a todos los hombres, a cada uno de los hombres – ¡y con qué veneración el apóstol de Cristo debe pronunciar esta palabra: hombre! – ¡Recen por mí! ¡Ayúdenme para que pueda servirlos! Amén».
Con información de Radio Vaticana