Nosotros como Iglesia no podemos entrar a resolver pero si podemos apoyarlos, darles lo necesario, una palabra de aliento, de esperanza, una atención humana desde la fe y la caridad: Mons. Víctor Manuel Ochoa
Firmes en la misión de servir y acercar el rostro de Cristo en todo momento y lugar, la Diócesis de Cúcuta continúa acompañando a los cerca de 2 mil colombianos deportados de Venezuela y más de 8.000 migrantes forzados que continúan llegando por distintos puntos de la frontera.
La presencia espiritual, la celebración de la santa misa, la oración, el consejo a las personas que se encuentran en los 11 albergues y la atención humanitaria, han sido permanentes en estos 12 días, gracias al compromiso de sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y fieles laicos, quienes además de apoyar en las distintas colectas y campañas de solidaridad en favor de estos hermanos, han estado presentes apoyando su atención.
Conscientes que esta presencia es limitada en términos materiales, la Diócesis de Cúcuta continúa invitando a la solidaridad y hace un llamado a las autoridades competentes a brindar una la atención oportuna e integral a estas personas.
“La mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir el servicio de la Palabra. Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios y hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio” (Benedicto XVI – Mensaje para la Cuaresma 2013).
Según cifras oficiales, a corte 31 de agosto, se registran 877 adultos y 223 niños deportados; 2353 personas se encuentran en albergues dispuestos en Cúcuta y el área metropolitana. A esta cifra se suman los miles de migrantes forzados que han tenido que abandonar el vecino país dejando sus pertenencias, vivienda, trabajo; incluso, parte de su familia.